viernes, 29 de julio de 2011

Mi primera vez... y mi segunda, y mi tercera...

Mi primera vez fue con Tuenti. Y aunque me estrené tarde, ya que no fue hasta los 21 años,  me hizo daño, como ocurre todas las primeras veces.  Todas mis amigas ya lo habían hecho y ahora, cuando lo pienso, el problema es que lo hice rápido y mal, y encima sin ninguna protección.


Me sentí intimidada,  por fotos inapropiadas, comentarios  fuera de tono y por aquellos que iban de “amigos” y en el colegio ni siquiera te miraban por ir a un curso superior al tuyo … Así, tomé la firme decisión de cortar con Tuenti y dejar de lado a los petardos de mis primos pequeños que acababan de aterrizar en el mundo digital.

Con 22, puse tierra de por medio y me fui de Erasmus a experimentar…  Allí encontré a alguien parecido a Tuenti , pero, en mi opinión, mucho más maduro: Facebook, que me presentó a un sinfín de amigos, de todas partes del mundo, con los que aún mantengo relación: Hungría, Turquía, Grecia, Italia, Inglaterra, Portugal, Brasil y, cómo no, España…


Regresé como una persona renovada, a la que no le importaba innovar… No pude resistirme a los increíbles cambios de look de Flickr, ni a las posibilidades económicas que me ofrecía Linkedin con sólo hacerle partícipe de mis virtudes y deseos más insospechados, ni a la cantidad de cosas que sabía Twitter…

Pero tengo que confesar algo. Que también volví a caer en los brazos de Tuenti, en recuerdo de aquella primera vez…

lunes, 18 de julio de 2011

Helado de pistacho

"Ingredientes:

850ml de leche
9 yemas de huevo
175 grs. de azúcar
100 grs. de pistachos pelados y sin sal
Colorante vegetal verde
Esencia de vainilla

Preparación:

Calentar la leche con la vainilla. No dejar hervir.
Batir las yemas con el azúcar hasta que tomen un color claro. Añadir poco a poco la leche.
Cocinar esta mezcla a fuego lento, sin dejar de remover, hasta que espese lo suficiente y cubra la parte posterior de una cuchara.
Importante: No dejar hervir.
Dejar enfríar. Agregar las gotas de colorante. Una vez frío llevar al congelador. Después de dos horas sacar y batir vigorosamente. Agregar los pistachos picados y llevar de nuevo al congelador.
Una vez que se haya solidificado, batir nuevamente y volver a congelar". Receta de helado de pistacho de http://bienmesabe1.blogspot.com/2007/12/helado-de-pistacho.html


Era una mañana soleada, de buenas temperaturas. Como lo era casi siempre. En Canarias, las islas afortunadas, no solíamos bajar de los 20ºC ni en pleno mes de diciembre. Pero aquella mañana no era navidad, no quería ni pensarlo. Eso supondría pasar aquí dos semanas, en mi Tierra Prometida, o a lo sumo tres. Después, vuelta para Asturias y exámenes de febrero.

No. Era julio. Romerías en pueblos canarios perdidos de la mano de Dios. Trajes típicos. Granizados de fresa. Tardes de playa. Noches con Julio. Cumpleaños primaverales celebrados tardíamente y otoñales...previamente. Y, como no, helados de pistacho.

Mamá hacía los mejores helados de pistacho de toda la isla. Desde bien chiquitos, los muchachos habían venido a su heladería para pasar allí muertas las tardes de calima. Chocolate, limón, Stracciatella. Pero para mí siempre de pistacho. Y cuando se iban todos los clientes y llegaba la hora del cierre, mamá repartía generosa barquillos sobrantes para todos mis amigos. Los muchachos siempre me decían: "¡Qué suerte la tuya! Tus padres heladeros".

Y comerme un helado de pistacho para mí siempre fue sinónimo de casa. Aquellos primeros años en Madrid, cuando empecé a cursar Biología y en vez de ir a clase, me quedaba en el Colegio Mayor, acompañada de otras rezagadas como yo, que odiaban lo que estudiaban, y de una buena tarrina de aquel helado. Casa. Un poco artificial el sabor, pero de todos los que probé...no encontré sabor más parecido al de mamá, que en la tienda de abajo. ¿Sería una señal? 

También cuando engordé 10 kg, a causa de aquella "mini-depresión" que me entró por creer que estaba tirando, en Madrid, mi vida a la basura. Tarrinas de helado de ese sabor parecido al de mamá, aunque infinitamente más artificial me acompañaron esos días. Al principio comía y comía y tomaba siempre como postre aquel helado. Después, con 67kg y 1.58 cm de estatura, la comida se convirtió tan sólo en helado. Casa.

Aquella tarde, en el salón de su casa, que les contó a sus padres que Biología no era lo suyo. Aquella tarde también estaba marcada por un gran bol de helado de pistacho.

También la noche, en la que salió por primera vez con Julio. Y también los besos que se dieron.

Y cuando se fue a Asturias a por una segunda oportunidad, en lo único que pensaba era en la recompensa merecida de los helados de su madre si aprobaba aquel curso. Y lo sacó. 1º, 2º, 3º y aún le quedaba el último curso.Pero ya desde hacía tres años todos los veranos había helados de pistacho. Y besos de Julio. Y helados con sabor a beso. Y besos con sabor a pistacho.

Y no era momento de pensar en el último curso. Sino en la foto que Julio le estaba haciendo en aquel momento en la Playa del Socorro. Sonriendo, guapa, perfecta, delgada, sin los 10 kg que habían desaparecido con cada nuevo lametazo de helado no sabía por qué. Con tres cursos de Psicología a sus espaldas. Con muchos retos aún por superar. Con la fiesta de cumpleaños de esta tarde de su amigo Ticu. Pero siempre con un helado de pistacho. 
















jueves, 7 de julio de 2011

Publicitando porque sí

 "Esta semana está siendo terrible. Entre los dientes y la posesión que le ha entrado conmigo...a su lado he de posicionarme durante todo el día, si intento planchar se mete entre la plancha y yo, empuja y se sienta en mis pies, mira para arriba y dice: Nono, omigo. Si me siento mientras juega me coge de la mano, me lleva a su lado y sigue jugando a su bola, pero tengo que estar de pie donde me ha dejado. Si no, monta en cólera y ya puede venir el cura de la niña del exorcista, que se pira pitando". María de Dios en su blog: http://24primaverasmasuna.blogspot.com/

 Hace ya más de un mes que descubrí el blog de una compañera mía de Universidad. Coincidimos en primero de carrera, aquel año en el que todo era nuevo, distinto, extraño y que tras venir de segundo de bachillerato, cuando te creías el amo y señor del mundo...te encontrabas que eras el pipiolo de la uni, el novato del colegio mayor y el provinciano de Madrid.

 Cosas de las redes sociales que me encontré visitando virtualmente, en mi habitación edimburguesa, el "entre apuntes y pañales" de Madi. ¿Pañales? Hablaba de sus vivencias como ¡madre!... ¡y de qué manera! 

 Desde el primer momento me familiaricé con su preciosa niña (y utilizo este adjetivo aposta, tras verla en la misma red social) y con sus historias. Ojalá que alguien le de un puesto como redactora... incluso voy más allá: ojalá algún día pueda comprar en alguna librería algo suyo. Porque además de madre 10, tras lo que cuenta en el citado blog, es una escritoria de similar categoría.

 Ni me ha pagado, ni me ha amenazado para que le haga publicidad... simplemente apetece compartir mis descubrimientos con aquel que me lea. Y, el hecho de tener un tema sobre el que escribir, una historia y una serie de capítulos, hace que esto del mundo del blog tenga más gracia.