viernes, 23 de diciembre de 2011

Era su sonrisa

"Un día sin sonrisas es un día perdido". Charles Chaplin.

Botas blancas. ¡Vaya una hortera!. Botas blancas. ¡¡¡¡¡Botas blancas!!!!! Odio las botas blancas. Se ensucian, parecen de plástico. ¡Madre mía! ¡Botas blancas!

Vaqueros. Chaqueta azul, de ésas que parece que no abrigan mucho. Bufanda. Brazos cruzados protegiendo el cuerpo del frío. Efectivamente, no abrigaba mucho. Melenita corta, por debajo de las orejas. Flequillo corto. Alguna onda. Tinte castaño claro. Tinte seguro. Yo me hice eso hace años y se me quedó ese color.

Y de repente, saluda, como hacen todos sus ¿amigos? ¿estaría con amigos?, al que faltaba, al que acaba de llegar. Y sonríe. Tiernamente. Sigue sonriendo. Parece que le interesa lo que dice ése al que acaba de saludar. Y se vuelve a cruzar los brazos, pero no deja de sonreír.

¡La de cosas que puede hacer una sonrisa! Ni las botas eran ya tan horteras, ni creo que el pelo fuese teñido. Simplemente sonreía.

Feliz Navidad

lunes, 12 de diciembre de 2011

A mediados de diciembre ya puedo hablar de Navidad

"Jesucristo era un tío normal, pacifista, intelectual,
siempre al lado de los pobres, defendiendo sus valores,
siempre en contra del capital.
Crucificado como un animal, defendiendo un ideal.
El abuso de riqueza se convierte en la miseria más injusta
de la humanidad". Ska-p

Haré mi propia visión de la Navidad. Luces de colores y olor 
a castañas asadas.
Escaparates divinos. A cada cual más boniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii 
(y me faltan íes)to.
Niños disfrazados de pastorcicos (dejemos a los niños, al fin y al cabo 
ellos no tienen la culpa de nada). Padres que visten a niños de pastorcicos 
y, de paso, les compran petardos.
Familias que se reúnen al "calor" del hogar... con las críticas de la cuñada 
de turno en la cena de Nochebuena o el novio de ocasión de la prima de siempre, 
nos subirán los calores para el todo enero y febrero... 
Y gracias a esa exaltación propia de la euforia que nos produce criticar
pasaremos calentitos lo que nos queda de invierno.
Cenas ostentosas no. Lo siguiente.
Lotería, que este año me toca, así que me dejo los cuartos. 
¿Qué más da comer en enero? Carpe Diem, quelo llaman.  
 
 
 
El problema es que me gusta. Obviedades como las anteriores que me hacen ir 
de sobrada... no. Eso lo olvido.
Como la mayoría de los mortales con los que me cruzo, viniendo de comprar 
"el gorro a juego con el disfraz de pastor de Paquito"; "la terminación 5, 
que es la única que me falta de la lotería"; "y la falda más guachipiruleta 
de Zara para estar exquisita en Nochevieja..." 
Me gusta. Ver bolas brillantes en los escaparates. Y cenar con Samuel, 
Fernando, Antonio y Pablo en Nochebuena y que... de repente
aparezca el tío Rafa vestido de Papá Noel. 
 
Me gusta pensar que ese momento va a llegar al ver las bolas brillantes 
del escaparate anterior.
 
Y oler a leña al llegar al llegar al pueblo. 
Y salir por la noche y al respirar fuerte ver como se refleja
tu aliento en el aire. Vaho.
 
Hay algo en Navidad. No digo que sea bueno. Digo que simplemente: hay algo.