lunes, 3 de diciembre de 2012

Un día sin sonrisas es un día perdido

Es curioso que a todos se nos curve la comisura de los labios hacia abajo... No sé si será por la fuerza de gravedad, ya que se supone que todo acaba cayendo: las tetas, el culo, la barriga, el pelo... pero, ¿también la sonrisa? 

En estas venía yo en el autobús hacia casa cuando los labios de un señor me han hecho plantearme toda esta cuestión. Al momento, no he sabido si es que había tenido un mal día, semana o mes... o que simplemente era la forma que le hacía el bigote en su boca.

Hasta que, ¡dichosos (y también, llegados a este punto, me refiero a la dicha en sí de esta característica que voy a describir, que me lleva a percatarme de estas cosas) ojos curiosos!, me he percatado de la comisura curvada ligeramente hacia el suelo del chico sentado al otro lado del autobús (quizá por los años que le separan aún del señor, para establecer una más exacta comparación); de la comisura de la señora de dos asientos atrás; de la del señor de al lado de esta señora; de la de mi tío; de la del vecino de mi abuela... En fin. Sonrían.