miércoles, 23 de octubre de 2013

Imprevisibles

"No conozco la clave del éxito, pero sé que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo" (Woody Allen)

Hay veces en las que puedo pasar días y días sin escribir, no porque no lo necesite, pero de repente aparece en mi camino algo más urgentísimo que hacer. Mentira. 

No hay tanta distancia entre nosotros, aunque no lo creáis yo padezco las mismas preocupaciones. Hace meses me visualizaba en los meses siguientes y tenía miedo de no conseguir adecuar mi yo real, el que estaba por venir, a mi yo imaginario. Es como darse cabezazos contra una pared. Y pum. y pum. y pum. Y el último cabezazo te ha dolido tanto que giras la cabeza, mientras te la frotas con la mano, y ves que hay un agujero, al lado de la esquina derecha, para entrar. Y no es que sea solo un agujero, es que es una puerta, con una cerradura curiosamente original de la que, ¡vaya!, tan solo tu tienes la llave.

Odio hablar con condicionales. Sé que están presentes en la sociedad actual y no porque sean necesarios, sino porque hemos determinado que sea así. "Y si", "y si, "y si". Situaciones imaginarias que no tienen por qué darse y en el caso de que se den, los sentimientos y sensaciones que tengas ante ellas serán totalmente distintos que cuando solamente habitaban en tu propia imaginación.

Claro que tengo miedo, todo es una incertidumbre. El amor, la muerte y, dentro de lo programado que pueda estar el momento, también la vida. No sé si es culpa de las religiones, o mejor dicho, de cómo hemos concebido las personas su paso a través de la Historia, pero también los términos "sacrificio", "lucha" o tener muy presente lo que está "mal", conviven a diario con nosotros. Aunque intentemos repetirnos que lo que importan son los pequeños momentos y las personas que queremos, precisamente después de haber visto una bonita película.

¡Qué imprevisibles somos los seres humanos! ¡Qué imprevisible ha sido que yo hoy me ponga a escribir!

*Foto del pescador: Simon Dominic Brewer

martes, 8 de octubre de 2013

Fea, fuerte y formal

"No es esperar a que pase la tormenta, es aprender a bailar bajo la lluvia". Anónimo


Y eso creo que es lo que estoy haciendo en este instante. Me hubiera arrancado las manos, el cerebro, parte de la memoria y sanseacabó. Maldito miedo escénico, hasta sin tener que decir una palabra con los labios tienes que salir. Y lo más curioso es que nadie más se entera, que sales para mí misma. Qué complicado es el cerebro de cada uno y cómo me gusta saberlo.



Me siento llena últimamente y ya no es porque sospeche que mi estómago y vejiga son pequeños y se llenen con facilidad, no. Llena de tantos pensamientos que, a veces, me sorprenden apareciendo en un viaje en el que solo vamos dos y me doy cuenta de que hace 10 minutos que dejé de hablar... 



Llena en una mente que, a veces, me da la impresión de que es más hippy de lo que me hubiese gustado ser a mí en cualquiera de todos mis años y que me lleva, de repente y en frío, a mis 20, 14 y 8. Presumida ella, que intenta, mediante palabras habladas (y, por lo que me estoy dando cuenta, también escritas) transmitir su "sabiduría", cada vez, más madura.


Y se sientan a tu lado las ganas de hacerlo. De simplificar los complicados cerebros que te rodean, quizá para, así, simplificar el tuyo. E intento decirme que no se trata de bailar... se trata de aprender a bailar.