jueves, 3 de abril de 2014

Mi viaje

¿Cómo estar tan seguros de quiénes somos si nunca nos expusimos al cambio? anónimo

Cambio. Creo que lo he experimentado en mi vida en bastantes ocasiones en los últimos meses, desde que empezó el año. Y puede que desde que terminase el anterior también. Acabo de cumplir primaveras en la ciudad donde dicen que esta estación es eterna, y llevo mascando este post hace ya varias semanas. Tenía ganas de echarlo todo.

Supongo que cuando cumplimos años es como si fuera Nochevieja y Año Nuevo en nuestra vida, y es más especial que cuando son en realidad estas fechas para todos en común; porque, de esta manera, no tienes que preocuparte de todos los acontecimientos que ha tenido el último año, acompañados de los tuyos propios y de los propósitos que te planeaste, escuchando (además) los del vecino... no. Vaya batiburrillo. Ésta es tu Nochevieja y tu Año Nuevo y los hechos que han ocurrido en el último año lo son solo para ti, querido protagonista de turno. A todos nos gusta ser el centro de atención, aunque sea de nosotros mismos. ¡Bendita simpleza humana!

En los últimos meses me he llevado decepciones de personas, de situaciones, de planes... y también he tenido momentos en los que la felicidad me ha invadido de forma improvisada. Lo que puedo afirmar con seguridad es que esto es un viaje, no me preguntéis a dónde... de verdad, olvidémonos de las metas, de los objetivos, de los logros... porque yo, simplemente, estoy caminando.

Desde que llegué a Nairobi hay mucha, muchísima, por no decir todos con los que intercambio palabras, que me preguntan qué haré, cuál será aquí mi ocupación laboral, si esta decisión me llevará a algún sitio... y sé que la mayoría se refieren al aspecto profesional. Incluso una chica que conocí el otro día me vaticinó que: "encontraría mi sitio". A esto es a lo que me refiero cuando hablo de logros y metas. Y, perdonadme todos, pero me dan alergia los últimos dos sustantivos.

He tenido rachas muy malas desde que terminé mis estudios, precisamente por estar pendiente de un objetivo final. Desesperación por encontrar algo en una carrera contrarreloj marcada por mi persona, trabajos que he considerado mediocres, inseguridad para conseguir ciertos logros estúpidos que un día me propuse o que otros propusieron para mí. Agobios, angustia y discusiones con gente, (a veces más, a veces menos), importante para mí.

Y, después de todo, te das cuenta de que nada tiene tanta importancia y que somos nosotros los encargados de dársela. Porque empezando a disfrutar de la seguridad de tener un buen trabajo en Madrid, en una editorial importante... decido dejarlo, casarme y largarme a vivir a Nairobi con mi marido. Simplemente hagamos lo que decía Kapuscinski que hace África: andemos.