miércoles, 30 de julio de 2014

Esquezofrenia

"(...)que nadie quiere estar solo; que para dar debimos recibir antes; que para que nos den hay que saber pedir; que saber pedir no es regalarse (...)" Mario Benedetti


Y eso es lo que me pasaba. Que no quería estar sola, que no sabía, que me daba miedo, que tenía una venda en los ojos que no me dejaba ver y que me había encargado de atar bien. Y cada vez que se me aflojaba, volvía a atarla con más fuerza. Me estaba quedando ciega, quizá por mi coqueta manía de no ponerme las gafas.


Hasta que di descanso al cerebro, que había tenido funcionando demasiado durante los últimos meses y me permití empezar a sentir con algo que bombeaba en mi pecho. Y le di demasiada responsabilidad a este nuevo encargado de llevar mi vida; aunque, como todo buen novato, cometió errores, (que, evidentemente, repercutieron en mí), pero que le hicieron ganar experiencia. 


Y el cerebro volvió de esas vacaciones más que merecidas. Y se fueron dando tregua el uno al otro. El uno ya no me ordenaba que me atase fuerte la venda que se caía poco a poco de los ojos, porque el otro le convencía de que había que sentir más allá de esa zona de confort que el primero un día creó.

Mirando atrás, sé que tomé la decisión correcta. Aunque quizá tomé la única, ya que el resto de posibilidades no han llegado nunca a existir realmente. Pero eso solo lo sé hoy, reuniendo los hechos en este cuento.