martes, 9 de febrero de 2016

De cómo deberían ser más a menudo los días

"Aquellos que eran vistos bailando eran considerados locos por quienes no podían escuchar la música", Nietzsche.

Déjame que grite cada vez que pierdo a las cartas, que grite como si fuera un niño pequeño que no sabe perder, porque es la primera vez que juega. 

Déjame que baile retándote a ver si puedes igualar los movimientos de mi cuerpo al son de la música y que me sorprendas con algo mucho mejor, que me haga seguir bailando como si no hubiera un mañana.

Déjame que desayune espaguetis con tomate y que me sepan mejor que un café con tostadas, a pesar de ser las siete de la mañana.

Déjame que te cuente mis miedos sin miedo.

Déjame cantar a grito pelado por la calle y que la afonía me dure dos días, para que cada vez que abra la boca, me salga una sonrisa al recordar ese momento de locura.

Déjame quedarme dormida en el sofá y que un gato guarde mis sueños, que venga a arañarme despacito por la mañana, porque el sol hace ya tiempo que salió.

Déjame recordar cómo era reírse a carcajadas...con solo una mirada.

Déjame hacerte llorar, para poder limpiarte las lágrimas mientras hago esfuerzos por tragarme las mías.

Déjame vivir más fines de semana así.

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