martes, 23 de agosto de 2016

El ascensor

"Vísteme despacio que tengo prisa".

La mayoría de mis 365 días del año transcurren en un bloque de cinco pisos con ascensor y con las paredes de papel. Es un lugar silencioso, porque no hay muchos vecinos y los que hay, como la de arriba o la de al lado, viven solas y pasan buena parte del día corriendo el tacón.

Sin embargo, hay un rasgo común de todos los vecinos que somos y que demuestra cada día el botón del ascensor. Entre apuntes, sé cuando llega la hora de terminar o empezar el día, porque este botón emite un sonoro "pi", cuando lo pulsan. Solo es un "pi", no hace daño a nadie, un "pi" que marca el principio del día camino de la calle o del garaje, o el final del día, camino del hogar. 

Lo que sí es molesto es el automáticamente posterior "pi, pi, pi, pi", que todos solemos pulsar, de forma repetida, en el botón de abrir o cerrar puerta del ascensor, (algo así: >I< ; o así: <I>), para que la puerta del ascensor se abra o se cierre instantáneamente en cuanto éste parte o llega a su destino.

Quizá haya sido el ritmo relajante del verano o la rebeldía que asoma de vez en cuando al carácter humano, pero he dejado de pulsar incansable al botón de abrir o cerrar puertas. El ascensor también tiene derecho a tomarse su tiempo, como todos.