miércoles, 28 de noviembre de 2012

El otoño de Madrid

"Madrid, si tanto tienes tanto vales
y aunque falto de encinas, te respiro
bebiéndole los vientos al Retiro
y al oro del crepúsculo en Rosales.

Con otoños románticos prevales
para permanecer en el suspiro.
¿Dónde vamos, Madrid? A octubre miro
y con sabor de soledad me sales.

Mientras el corazón amarillea
la tarde, que no el cuerpo, me pasea
por las tranquilidades del palacio.

Todo se finge rápido y urgente,
pero yo te recorro lentamente
que las cosas del alma van despacio".

Luis López Anglada

"A mí se me rizaba el pelo con el agua de Madrid"

"Me parece más bonito Barcelona que Madrid" "Ahora mismo te voy a llevar a conocer Madrid"

"Nos vamos a vivir a Madrid, ¿quieres vivir con nosotros"

"Odio Madrid" "A mí tampoco me gusta, demasiada gente, demasiados coches..."

"Me gusta la gente de Madrid"

"Estoy aprendiendo a reconciliarme con Madrid"

"He estado recorriendo el centro de Madrid, los balcones, las casas pequeñas, los poemas en los suelos de Huertas, los bares de vermouth de grifo y me ha gustado"

"Hay versiones diferentes de Madrid"

"Lo que más me gusta de vivir en este barrio es que no parece Madrid, parece mentira que a tan sólo dos calles de Orense, te encuentres con lugares como éste"

"No podría volver a mi pueblo, me gusta demasiado Madrid"

"¿Has probado a quedarte un mes de agosto en Madrid?"

Y así, poco a poco, querido Madrid me van hablando de tí, de tus virtudes y de tus defectos. Y yo, aprovecho tu otoño para pasearte, en este sinsentido a veces de existencia, mientras las hojas amarillas, rojas y marrones, me golpean la cabeza...



martes, 13 de noviembre de 2012

Miedo

"En la juventud aprendemos, en la vejez entedemos" M. von EBNER-ESCHENBACH

"¡Pero si entre esta calle y a la que voy sólo hay una parada de metro!" Así, he decicido ir caminando, que me gusta más y la zona lo merecía, por las escasas veces que ahora piso por allí, los restos de un pasado cercano, aquel de mi llegada a Madrid.



Y, de repente, me he topado con la calle que me llevaba a la parada del autobús que tomaba para llegar al Máster; y con otra que daba a ese piso en el que pasé dos meses poniendo candado a la puerta de mi habitación; y con otra en la que solía tomar bocadillos para acompañar las tardes de partidos de mi Atleti; y con una última calle que, cenar en el restaurante que ésta alberga (durante los años de colegio mayor), se convertía en todo un festín.

¡Cuántos recuerdos se me han venido a la cabeza (y a otras partes del cuerpo) en este paseo! Y yo que sólo iba a por una revista... Y (otra vez) de repente, he sentido miedo de que no fueran recuerdos. De que no hubiese vivido todo lo que he experimentado en estos años. De que los recuerdos fuesen la realidad y todo lo vivido, recuerdos de una época no existente o, aún peor, un sueño. He querido gritar y llorar en plena calle, pedir ayuda, correr... ¡hasta las cosas malas han merecido la pena! me han llevado hasta donde estoy, me han llevado a con quienes estoy... pero, ¿dónde estoy realmente?


Y, (ya por tercera vez) de repente, un Ojáncano me ha hecho respirar aliviada al escuchar el sonido del móvil.