domingo, 7 de abril de 2013

Amélie

"Hay vida más allá de la Olvido Hormigos o el Toni Cantó de turno y, por supuesto, de los Mariano Rajoy o Alfredo Pérez Rubalcaba de siempre. Mucho más allá de Twitter y de Facebook". Corresponsal en la Tierra
Ni se llamaba Amélie ni vivía en París. Tampoco tenía debajo de casa la tienda de frutas y verduras del Señor Collignon. Ni sabía tanto francés ni trabajaba en un café. 

Salía de casa todas las mañanas para despertar al sol, a veces corría, otras andaba y otras, simplemente, sujetaba un paraguas azul y marrón. Volvía al sonar las campanas del monasterio de al lado, en el que, extrañamente, vivían monjas.

Té verde para desayunar, aunque también le gustaba después de las comidas. Pasta, arroz, verduras y mucha fruta. Y también le gustaba mirar las nubes que pasaban por su ventana, aunque a los dos minutos se quedaba ciega de claridad y se olvidaba de ellas.

Tecleaba en el ordenador cada día, recreándose en las letras y palabras que salían de sus dedos, pequeños y delgados. Y, por no ponerse guantes a la hora de fregar, resecos.

No le gustaba socializar con la gente real, pero sí con las personas imaginarias de los libros colocados en la estantería del salón. Cada vez los conocía mejor, sus manías, sus sueños y sus propios miedos. Y lo mejor de todo es que no daban el coñazo por Facebook ni por WhatsApp.

Y tenía la sensación de vivir en el pasado y en el futuro, inexistentes en el presente. Y créanme que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia, simplemente me apetecía escribir.