martes, 7 de junio de 2011

La inocencia de un niño

"(...)Que canten los niños,que alcen la voz,
que hagan al mundo escuchar,
que unan sus voces y lleguen al sol,
en ellos esta la verdad (...)
" José Luis Perales 


A veces me pregunto en qué momento de nuestra vida dejamos de ser niños para convertirnos en personas adultas. Últimamente son varios los ejemplos que me dicen que hay muchos que nunca dejaron de llevar coletas, dientes picados ni un caramelo en el bolsillo (definiendo la infancia tal y como yo la entiendo por mis vivencias, aunque estos tres rasgos no hacen más que generalizar erróneamente esta etapa de la vida) y no porque conserven la pulcra y envidiada inocencia de un niño, sino porque sus actos hacen ver que se quedaron anclados en esa edad, con la consecuente pena que una misma siente al darse cuenta de que ciertas personas no maduran.

Ayer le pregunté a uno de mis primos pequeños que quién era la señora que tenía yo en mi camiseta y, para sorpresa de todos los que en la cocina desayunando nos hallábamos, el niño de 2 años soltó: "la abuelita". Efectivamente, mi abuela Carmen, que murió hace 6 meses, impresa en mi camiseta. ¿Cómo recordará mi primo a mi abuela, a su corta edad? ¿Cómo le habrán explicado su muerte? ¿Cómo hablará él de su abuela a sus amigos del cole y a su profesora, Rosalina? ¿Mi abuelita está en el cielo?

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