domingo, 20 de noviembre de 2011

Democracia

"La democracia debe guardarse de dos excesos: el espíritu de desigualdad, que conduce a la aristocracia, y el espíritu de igualdad extrema, que conduce al despotismo". Montesquieu

Se levantó en Madrid. Parecía contento. Aunque pensaba que habría amanecido nublado en su tierra, más al norte, pegando al mar y recordó la primera vez que tuvo que hacer lo mismo que haría hoy...más de 30 años atrás. Mientras preparaba café, decidía que barra de labios le iría mejor a su traje de chaqueta rosa, siempre rosa... a juego con sus ideales,valores y pintalabios del último par de años, y, por qué no decirlo, incluso antes también. Aliviado, besó a su mujer, sabía que sería despedido por abucheos... pero, tenía que confesarse a sí mismo (¿a quién sino?), que también esperaba algún aplauso. Acordándose, en Sevilla, de sus años como vicepresidente, no podía evitarlo en aquellas fechas, se miró en el espejo y se dio cuenta de que el paso del tiempo se reflejaba en las múltiples canas que recorrían su anterior cabeza morena. Impecable, decidió poner algo de verde, color de la esperanza, en su perfecto y sencillo ("ahí es donde se diferencia el buen gusto") tocado. Y se limpió las gafas antes de salir de su casa de Barcelona, aún sabiendo que tendría que volver a hacerlo al menos otro par de veces a lo largo del día. Porque aquel día llovía.



Y lo vio al despertarse y lo sintió aquella noche como mil relojes de agujas aporreando el cristal de su ventana. Y mientras pensaba qué ponerse. Y al meter la mano en el paragüero. Y al activar el limpiaparabrisas.

Porque aquel día...llovía.

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