jueves, 19 de noviembre de 2015

Viajar

"Viajar es volverse mundano, es conocer otra gente, es volver a empezar. Empezar extendiendo la mano, aprendiendo del fuerte, es sentir la soledad". Gabriel García Márquez

Me contagié desde bien pequeñita. Íbamos a vivir en Gran Canaria, porque mi padre trabajaba allí cuando se casaron. Pero mi madre aprobó las oposiciones y, ya entonces, un trabajo fijo era el que marcaba aquella decisión. Vamos, que no se ha descubierto América con esta crisis (¿económica?,) que se extiende a cualquier rincón del mundo. ¡Coño! ¡Si ése es el mayor de mis sueños! Quién fuera crisis económica...

Y aquel garbanzo dentro de mi madre, que debía medir servidora entonces, volvió a subirse a un avión de vuelta a la Península, porque lo que iba a ser un cambio de vida, se convirtió en luna de miel.

A los 6 días viajé a Burgos. Sí, mis padres eran unos inconscientes. Pero era un rasgo inherente a su juventud, y mi abuelo materno tenía que conocer a su primera nieta... tras haber perdido una de sus piernas. Puto tabaco.

Siempre dice mi padre, cuando le hablo de viajar a otros países, que si conozco Cuenca. ¡Y qué razón! Me llevó a cualquier rincón que pudo, pero empezando por mis orígenes. La Costa del Oxígeno, los caminos que rodeaban Navacervín, me enseñaron cuán ancha es Castilla, e, incluso, pude comprobar cómo el mundo se acababa en Finisterre.

A mis 11 años nos fuimos a París. No, mis padres no vinieron. Vinieron mi hermana, 7 de mis primos paternos y otros dos adultos, a participar en la luna de miel de una de mis tías y su marido. Viaje romántico donde los haya, vamos. Me acabo de dar cuenta de que la clave son las lunas de miel.

Y, después, el mes Sheffield y Londres, el Erasmus en Bruselas, el viaje de fin de curso a Grecia, aquel año en Edimburgo, y estancias esporádicas en Portugal, República Checa, Países Bajos, China,... para acabar con mi propia luna de miel (va de lunas de miel...) de un año en Nairobi, Uganda, Zanzíbar, Monte Kenia... 

En China es de mala educación acabarse toda la comida en un restaurante, porque parece que te quedes con hambre. Esos dos besos tan característicos del saludo español se quedan en eso...en algo característico del saludo español y ya. He conocido algún estadounidense que se creía superior (aunque aún no entiendo en qué ni sobre quién) y a algún keniano que no da importancia ni a los cumpleaños, ni cree estar muy seguro de su edad. A españoles que se presentan como "yo soy de Barcelona" y pretenden enseñar el catalán incluso en Escocia...y a algún escocés que se apunta (pagando esas clases) a aprenderlo.

Creo que no hay cosa mejor. Que te cure y que te abra el alma. Que descubrir todos esos nuevos mundos que están en éste y que te llenan espacios, que ni siquiera sabías que tenías, del propio e interior. 






1 comentario:

  1. ... y el tiempo sigue pasando, .... sigues viajando.....pero digo yo....
    ¿Conoces Cuenca?

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