viernes, 16 de septiembre de 2011

Ella

"Esas marquitas que hay en tus piernas,
Que te acomplejan si vas sin medias,
Son las estrellas de mi universo,
Las que me guían cuando me pierdo,
Las que me alumbran cuando navego.

Que gracias me haces cuando me cuentas,

“Amor, mis tetas son tan pequeñas”,
y yo pregunto si es grande el viento,
y qué tamaño tiene el invierno,
qué coño importa si son perfectos…

Como la vida si voy contigo,
Como la muerte si es a tu lado,
Como tu boca tapando el frío,
Perfectos como una madre besando a un hijo.

Eres perfecta y aún así no te das cuenta,
Perfecta, perfecta, perfecta.
Eres perfecta como el sol, como la tierra
Perfecta, perfecta, perfecta.

Esos dos brazos no te los tapes,
No seas tan tonta si tú ya sabes
Que son las alas de mi esperanza,
Mis dos caminos para ir a casa,
El contrapeso de mi balanza (...)"
 Perfecta de Luis Ramiro, cantautor

Ella era la que más elegante venía, a la par que la más sencilla. Con apenas dos trapos que se colocó encima del cuerpo y subida en aquellos tacones, la verdad, que los cautivó a todos.

Nadie sonrió como lo hizo ella, con soltura, con seguridad, con aplomo. Y nadie le dio dos besos al jefe, excepto ella. Nadie esperó a que el jefe le saludase antes, por eso le ofrecieron un frío apretón de manos. Excepto ella.



Nadie escuchaba, con los ojos atentos a su interlocutor, como lo hacía ella. Dos onzas de chocolate sin pestañear parecían traspasar el alma de aquel que hablaba para ella. Y nadie se ponía tan nervioso, como lo hacía ella. De una manera casi cómica, sabía perfectamente controlar aquellos nervios traicioneros y ser apetecible a las miradas ajenas que se posaban sobre ella.

Nadie levantó tantas envidias y tantos halagos. Nadie como ella. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario